Entrevista con el Hermano Mayor: «Hacemos nuestros los principios que rigieron la vida del Santo Rey»

Fernando de Artacho y Pérez-Blázquez es el Hermano Mayor y Presidente de la Real, Noble y Piadosa Hermandad de Caballeros de San Fernando de Sevilla. Nos ofrece la siguiente entrevista para conocer mejor esta pía corporación:

-¿Qué representa la Real Noble y Piadosa Hermandad de Caballeros y Damas de San Fernando de Sevilla?
Primero representa la continuidad en el tiempo de una veneración acendrada a Nuestro Señor Jesucristo, a su Santísima Madre la Inmaculada Virgen María, en la advocación de Nuestra Señora de los Reyes, y una devoción al Santo Rey don Fernando que ganó nuestra ciudad.
En segundo lugar, el ser un testimonio de quienes deseamos hacer nuestros, los principios que rigieron la vida del Santo Rey, la defensa de nuestra Fe, de la unidad de la Patria, en la que tan importante papel jugó Fernando III, y la difusión de la cultura y el conocimiento.

-¿Cuál es su origen histórico?
Sin descartar una mayor antigüedad -por la falta de su archivo, que fue incautado y destruido durante la segunda República, al ser abolida la Compañía de Jesús e incautados sus bienes- tenemos constancia documental irrefutable de su existencia en la segunda mitad del siglo XIX, ya entonces bajo la dirección de los jesuitas, en cuya sede se dirigía espiritualmente a un grupo de fieles que se calificaban como “caballeros y militares” y también como “caballeros y Comunión Reparadora Militar”. Con el paso del tiempo, la Compañía oficializa esa dirección espiritual formando con ellos la Congregación de la Inmaculada y San Fernando, unida a la Prima Primaria de Roma. La primera referencia que aparece en los archivos jesuitas con ese título data de 1924. Al año siguiente, en una solemne ceremonia a la que asisten más de ochenta congregantes, se estipula que la congregación tendría dos secciones, la civil de caballeros y la militar.

Desde entonces fueron conocidos en Sevilla con el nombre de “Caballeros de San Fernando”, como recogen los principales medios de la ciudad ya en los años veinte del pasado siglo. Sus dos primeros hermanos mayores o prefectos fueron dos alcaldes de Sevilla, el Excmo. Sr. Don Carlos de la Lastra y Romero de Tejada, marqués de Torrenueva, diputado a Cortes y Senador del Reino; y el Excmo. Sr. Pedro Armero y Manjón, conde de Bustillo, comendador de la Orden Pontificia de San Gregorio Magno, ambos también caballeros maestrantes de Sevilla.

A finales de los años cuarenta del pasado siglo, hubo una transformación en la que nuestra corporación se convirtió en la Real Hermandad de Caballeros de San Fernando; el título de Real le venía legítimamente por la Congregación, en cuya medalla figuraba la corona real, por haber pertenecido a la misma S.M. Don Alfonso XIII y tres Infantes de España.

-¿Qué significa ser un caballero, una dama de San Fernando?
Significa cumplir con la obligación de preservar y mantener los principios que defendió el Santo Rey; tarea, hoy día, muy difícil por la corriente laicista y anticlerical que nos invade, donde el relativismo moral justifica todo y se ataca a los sentimientos más profundos de los católicos desde las mismas instituciones políticas. San Fernando, siendo rey, se hizo armar caballero, pues sabía que aquella ceremonia le obligaba aún más a defender la Fe y a los más desprotegidos.

-¿Cuáles son los brazos de la Hermandad de San Fernando?
En un principio sólo hubo dos secciones como ya hemos visto, la de caballeros y la de militares. Tenemos que tener presente que la mayoría de sus miembros salían de los colegios de la Compañía de Jesús, donde estudiaban las élites sevillanas. Las congregaciones marianas jesuitas abarcaban a todos los ámbitos de la sociedad; se fundaron congregaciones para estudiantes, para universitarios, para seminaristas, para obreros, para madres y también para caballeros y militares. Los Luises, los Estanislaos, los Javieres y la de San Fernando, son algunas de ellas.

Hoy en día, los brazos han aumentado por el cambio que ha sufrido la sociedad. Tiene seis secciones o brazos: el noble, el militar, estos dos continuadores de las secciones de caballeros y militares primitivas; el eclesiástico para sacerdotes, creado a finales de 1947 por el Excmo. y Rvdmo. Sr. Don José Sebastían y Bandará, Capellán Real y presidente del la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, cuya medalla preside la vitrina de condecoraciones del tesoro de la Virgen de los Reyes; el académico, para personas que han aportado a la sociedad su sabio conocimiento; el civil, para quienes han destacado en el servicio público a los demás, y el religioso, para los que destacan en el servicio a la Iglesia siendo laicos.

-¿Qué obras de caridad realiza la Hermandad?
La hermandad posee recursos limitados, pues nunca ha tenido cuota anual, se mantiene con las limosnas de ingreso y otras de anónimos caballeros, y hoy día no estamos en el mejor momento para fijar una anualidad.

Pero, a pesar de ello, ha contribuido con limosnas a conventos, hermandades, en campañas por desastres meteorológicos, ha costeado aun altar de mármol para el Sagrario de una nueva parroquia y entregado donativos a la Iglesia en las diversas sedes que nos han recibido.

-¿Por qué la devoción al Rey Santo?
Porque fue un modelo de caballero, el atleta de Cristo, como le llamó el Santo Padre; por su valor, entrega, sacrificio, heroísmo y su inmensa Fe y humildad. Es un ejemplo a seguir, pero también muy difícil de llegar a esa entrega total a Dios que iluminó toda su vida.

-¿Cree que la figura de Fernando III el Santo es suficientemente conocida?
En Sevilla se conoce más, por ser su patrón y por su festividad, que hasta hace muy poco era fiesta local; pero realmente ignoran quién fue, lo que hizo y lo que representa.

-¿Dónde le gustaría que estuviera la Hermandad en, digamos 10 años?
Me gustaría que canónicamente volviese a la sede que le concedió el arzobispado de Sevilla en sus Reglas de 1949, la Capilla Real, y que desde los años setenta se perdió. Como institución mantener una presencia permanente en la ciudad, pero siempre con la característica discreción que hemos mantenido desde nuestra fundación; de hecho, es una gran desconocida para los sevillanos. Tenemos en proyecto la publicación de un libro con su historia que, de hecho, ya está muy avanzado. Más de uno se asombrará de esta historia tan desconocida, que irá probada y documentada para que no exista duda alguna de su veracidad.

-¿Qué supone para D. Fernando de Artacho estar a la cabeza de una Hermandad con tanto abolengo y tradición?
Una gran responsabilidad que se traduce en mantener a la Real Hermandad dentro de los principios que la crearon, ser conscientes de lo que fuimos y de lo que somos, teniendo presente los profundos cambios sociales, pero sin caer en las transformaciones acomodaticias de las ideologías imperantes que cada vez se apartan más de la Iglesia.

También supone una importante obligación el conservar unida la corporación y el preparar a sus miembros para que sean futuros relevos en el gobierno de ésta, sabiendo realmente lo que representa la hermandad, para que no la conviertan en algo diferente de lo que es.

-¿Considera que la sociedad sevillana está perdiendo la raigambre de sus convicciones católicas?
Creo que sí, y es muy evidente a pesar de la existencia de tantas hermandades, con sus solemnes cultos, y de nuestra maravillosa Semana Santa. Estamos más preocupados por lo accesorio y lo estético, que por lo fundamental, que dejamos en el olvido. Basta explicar con un ejemplo esta situación para entenderla mejor. Hace unos años, el sábado de Pasión se convocó una manifestación en Sevilla en defensa de la vida, contra el aborto, y allí no acudieron más de doscientas personas, a pesar de haberse hecho llegar la convocatoria a las hermandades. Sin embargo, una semana después, cientos de miles de sevillanos ocupaban las calles de Sevilla para ver las cofradías en la calle, en las que procesionaban decenas de miles de hermanos. Pero, evidentemente, no es lo mismo vestir la túnica del Nazareno, que significa cumplir con sus mandamientos, que disfrazarse con ella para desfilar un día al año por las calles de Sevilla.